Foto grupo

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viernes, 18 de septiembre de 2015

FURIA DE TITANES

 

 


Tengo que reconocer que el eso del avance de los tiempos me ha pillado con el paso cambiado. No, no es que de repente uno se haya vuelto un carcamal; ni que crea aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor…” Sin embargo, sigo confiando en que las cosas sean por lo menos lo que parecen. Me explico: Cualquiera podría pensar cuando acude a un lugar llamado ‘Paso Palomas’ que ese nombre responde a algo (Cualquiera menos Carmen, que está convencida de que los topónimos surgen de lo más profundo de nuestra imaginación…).
Pues bien, si esto es así, resulta que ahora las susodichas viajan con RyanAir a bordo de un boeing 747. Porque bichos con plumas no vimos ni uno, pero pájaros de hierro……. Madre de Dios!!! Es un paso de montaña con más tráfico aéreo que el pueblo de Barajas…! Ja,ja….

Bromas aparte, y a pesar de no ver paloma alguna (ni de las mensajeras, ni de las otras), sí vimos otras muchas cosas que hacen de esta ruta una de ésas imprescindibles para tener en el cuaderno de bitácora.

 
Empezamos a dar pedales un poco más abajo del Rancho Alfaro, y siguiendo el curso de la Cañada enseguida nos plantamos en Sotosalvos. Habida cuenta de que nos encontramos en los dominios del inefable, el intrépido, el inimitable, el inigualable as del MTB, el  grandioso ‘Titán Chema’ (como te ponga más adjetivos los pienso cobrar al peso…);

decía que, ya que andábamos por aquí, el bueno de Chema se puso en cabeza para guiarnos en dirección a Collado. Lugar donde empezaba la verdadera prueba de fuego de la jornada. (A la postre, y bien a mi pesar, la clave de la ruta estaría en otro punto…).

Desde el pueblo comienza una ascensión de 14 kms hasta la cuerda de la sierra. Una subida de esas que van castigando poco a poco. Pues si bien se hace siempre por buena pista, y no hay rampas excesivamente duras, lo cierto es que tampoco deja descansar en ningún momento hasta estar prácticamente arriba, junto al nacimiento del río Viejo.

Desde lo alto tenemos la sensación de haber pertenecido siempre a estos caminos. Los ojos no cesan de disparar cientos de fotografías imborrables mientras ponemos rumbo de bajada hacia la Cruz del Malangosto, nuestro siguiente objetivo.

Nuestra llegada ahuyenta a unos montañeros que se deslizan lentamente por la vertiente madrileña en dirección a Lozoya. (Sí, por difícil que resulte de creer, la sierra tiene dos vertientes). Nosotros enseguida nos dirigimos a pedir el último avituallamiento a la Chata del Chozo, serrana donde las haya ya se sabe… Eso sí, tras la foto de rigor en la que por los pelos no mandamos la bandera a Soria (hay que joderse el viento que hace siempre en este puerto..!)

De lo acontecido después preferiría no tener que acordarme. Mala cosa es acabar una ruta preciosa de manera tan repentina con una llamada al 112. La bajada hacía la Cañada por las zetas del Caserío de la Torre fue testigo de la mala suerte que dio con mis pobres huesos en el suelo. Y aunque haya quedado de momento fuera de circulación, no me olvido de que una rubia muy fría en un baño de espuma quedó esperándonos en Torrecaballeros. Ya sabéis, donde ejerce su dominio el dueño y señor, el Titán.

 



 

jueves, 3 de septiembre de 2015

VER PARA CREER






Difícil describir con palabras el estupor reflejado en los rostros de la pareja que me encontré de frente en el sendero que baja del Chorro a La Granja. Esa mezcla de sustazo e incredulidad en los ojos al ver bajar una bici por semejante camino... Cómo explicarles que en peores andurriales que ése ya dejó rodada su huella mi ‘burrita’? Tampoco lo intenté; tuve bastante con advertir que detrás de mi venía otro más… (Por si acaso no habían tenido suficiente… ja,ja…). Tan sólo fui capaz de escuchar fugazmente eso de: “ver para creer…” 

Anécdotas aparte, lo importante del caso es que además de los domingos, muy transitados últimamente, esta semana también dimos una vuelta entre semana.

Hacía tiempo que no subíamos La Pedrona (por cierto que alguien me comentó que ya se ha resuelto el contencioso que había pendiente). Una rutilla de esas altamente agradecidas por la recompensa visual que con poco esfuerzo te llevas en la mochila. Y es que la panorámica que ofrece  desde el valle del Cambrones, pasando La Atalaya, hasta el Montón de Trigo y Siete Picos es de lo mejorcito que puede verse.

Un lujo al alcance de todos los públicos del que no fuimos únicos testigos. Nos acompañaron en este viaje mogollones de pentatrillones de MOSCAS!!!! Parece mentira, pero después de todo el agua caído el lunes las muy putas no sólo seguían vivitas y coleando, sino que  parecían aún más rabiosas que de costumbre…

Menos mal que nos respetaron a la hora del avituallamiento frente a la cascada del Chorro. Qué pena da con ese hilito de agua que cae!!

 
Después, la consabida bajada (saludo a los viandantes incluido) hacia La Granja, y regreso dando un rodeo por el Pontón y San Cristóbal que había que estar prontito en casa. Una gozada!

Sólo un aviso a navegantes: apuntadlo en vuestra agenda porque es una vueltecilla con muchas posibilidades….

El que avisa es un avisador…. No digo más!